Historias de ratones
Resulta que mi primo de 5 (o 6) años tenía un diente flojo. Como sucede naturalmente, el diente se terminó por caer, pero en el momento y lugar equivocado. Ocurrió una tarde, mientras comía una manzana, y sin darse cuenta se lo tragó. Acto seguido desató un llanto desconsolado, hasta que mi tía le dijo que le escribiera una carta al ratón Perez para contarle lo sucedido. Todavía no lo hizo.
Quien si lo hizo fue mi hermana, quien una vez estaba lavando un diente recién desprendido de la encía, se le resbaló y se le fue por el aujero de la pileta. La historia finalmente tuvo un final feliz.
No se por qué les cuento esto. Tengo cosas más interesantes que escribir, pero no tengo ganas de hacerlo.
Hasta la próxima.
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