domingo, 12 de noviembre de 2006

El alto rendimiento no es deporte

Ayer fui a ver los juegos ODESUR al club Ciudad de Buenos Aires (lo linkeo porque la mínima difusión pública hace que muchos ni siquiera sepan que se están jugando en nuestro país, lo comprobé en el almuerzo familiar). La disciplina a la que asistí era gimnasia artística femenina. Las participantes eran en su mayoría chicas de entre 14 y 17 años, algunas eran algunos años mayores. Es la primera vez que asisto a una de estas competencias, y mi asombro no pasó tanto por las piruetas y los saltos que hacían en el aire, sino más bien por el desconsuelo de sus caras al terminar sus pruebas y saber que habían fallado en algún aspecto.
Entiendo todo el esfuerzo que realizan para poder estar en forma, superarse y llegar a la competencia en su mejor momento, pero ¡¡tienen 14 años!! Pasaron toda su vida entrenanando (y es toda su vida, desde que son capaces de hacer una vuelta carnero se la pasan entrenando) y creo que con tan corta edad ni siquiera son concientes de lo que hacen. Mucho esfuerzo, mucho sacrificio, muchas exigencias y presión, en una edad en la que tendrían que estar ocupándose de otras cosas. Se por una amiga que entrena chicas en el Cenard que cuando no les sale algo en el entrenamiento lloran, y tienen que soportar que el entrenador les diga que si van a llorar se vayan al vestuario... por favor... son nenas. Eso no es deporte, no me jodan, esas chicas tienen que estar constantemente con tratamiento psicológico, son las reglas del juego que les tocó jugar, e insisto en el hecho de que muchas veces LES TOCA ser gimnastas, por tradición familiar o porque tiene aptitudes y los padres depositan toda su confianza en que la nena va a llegar alto, y la realidad es muchas veces adversa.
Me entristeció mucho. Se que verbalmente no puedo expresarlo, pero imaginense una chica de 14 años a medio metro de ustedes, que hace 5 minutos estaba nerviosa, concentrada, bien peinadita, con los ojos pintados, y que termina con la cara y los ojos desparramando lágrimas e inocencia, con la mirada perdida, y con la necesidad de un abrazo maternal o paternal que la proteja de todo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabés que esto que decis yo lo viví? Pero nunca dejé que me afectara demasiado

Yo hice baile y gimnasia rítmica desde los cinco años, pero era pésima. A los diez años la profesora nos traía una balanza y nos pesaba todos los días porque "las bailarinas no tienen que pesar más de 45 kgs", te podrás imaginar en que estado de quiebre psicológico quedaban las que pasaban de ese peso.

En gimnasia rítmica me divertí muchísimo porque era malísima pero llegó un momento en que dejó de importarme que me corrigieran de mala manera y empecé a reirme mucho.

Recuerdo el ambiente competitivo feróz de esos lugares, la mala onda entre las chicas, las que lloraban después de que alguna figura no les había salido bien en un esquema de un torneo.

Hasta que un día me cansé de tanta gente bajoneante que no disfrutaba lo que hacía y no dejaba disfrutar a los demás. Además claramente no era mi futuro, asi que colgué las zapatillas de baile, el aro, la pelota, la soga, la cinta y me alejé de semejantes antros de degradación humana.


...Y si no hubiera sido tan tímida, le hubiera dicho a la directora del instituto de danzas: aurevoir bruja, puede usted besar mi literario culo de mas de 45 kgs.

Mostra dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
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Magic dijo...

Si ayer fuiste al Ciudad, anduvimos cerquita cerquita...

Anónimo dijo...

El problema son los entrenadores y, en muchos casos, los padres que meten presiones innecesarias. Es más, estoy convencido de que la gente funciona mejor, en cualquier aspecto, cuando está cómoda.