Reflexiones de un cualquiera

Hay tres tipos de reacciones frente a una sorpresa.
La primera consiste en reirse sin ningún tipo de vergüenza. Esto sucede cuando una persona hace, dice o cae al suelo de una manera que no esperábamos. Esta risa se da porque las conexiones neuronales habían construido un esquema probable de eventos a sucederse, hasta que determinada persona hizo, dijo o cayó de tal modo que rompió dichos esquemas mentales. El efecto secundario de esta reacción es recordar ese episodio esporádicamente y reirse hasta que nuestros ojos se llenen de lágrimas (porque muchas veces los recuerdos son tan intensos como las vivencias en el momento en el que se desarrollan).
La segunda consiste en sonreir. Este tipo de reacción se da cuando experimentamos algo que nos da alegria y a veces congoja. Viene acompañada, generalmente, por un leve calor en el pecho y algún rastro de humedad proveniente de las gándulas lacrimales. El efecto secundario es, cada vez que se rememora tal episodio, sonreir con la misma estúpida risa.
La tercera consiste en llorar. En el 90 % de los casos estudiados, el llanto es antecedido por un grito desgarrador. En el 72,5 % de los casos, el grito viene después de largada la primer marea de lágrimas. En el 57,32 % por pi al cuadrado, el grito es vomitado tanto antes como después del lianto. Por último, en un número de ocasiones que no estoy en condiciones de especificar, no se trata de llanto a lagrimones, sino de un leve humedecimiento de los ojos, antecedido por un silencio de iglesia. Esta reacción se da porque algo catastróficamente malo sucede. Es entonces cuando la realidad rompe todos los esquemas neuronales mencionados anteriormente. También puede darse luego de que nuestro equipo de fútbol o balón pie perdió un encuentro, torneo o derby (que es un encuentro al fin) para el que nuestras neuronas descarriadas habían decidido un final distinto. Nótese que hablé de neuronas descarriadas y no de neuronas a secas, ya que este tipo de células no actúan según un razonamiento lógico sino a partir de un impulso erróneamente transmitido. Esto puede ser consecuencia del deterioro natural de la vaina de mielina (intensificado en los adultos que durante su infancia jugaron demasiado al piedra papel o tijera) o bien, de la ingesta excesiva de fernet o cerveza (si es Budweiser o Liberty, peor).
Ahora bien, luego de haber planteado este razonamiento, alcanzado luego de un intenso estudio del hombre en distintas situaciones y de haber chupado con gran velocidad el sorbete colocado en un vaso plástico que contenía esa bebidahelada (sin espacios intermedios) conocida como granita, Slash o Brain Freeze, estoy en condiciones de afirmar que no llegué a ninguna conclusión.
Quien piensa que mis planteos son erróneos, está equivocado, porque leo a Nietzsche y al igual que él, me creo el dueño de la verdad.
Punto final.